domingo, 1 de junio de 2008

ANASTASIA (Personaje arquetípico)



Caminaba sola por un sendero de espesos árboles, donde el viento mecía suavemente las copas de los mismos, abajo nada, poca luz se filtraba, solo pequeños haces iluminaban el sendero lleno de hojas secas amarillentas que la primavera olvido al entregarlas al otoño.

Anastasia pensaba en Pancho, en sus ojos negros como la noche más oscura, sus labios rojos y carnosos, su pecho y brazos torneados. Le dio vergüenza pueril seguir imaginando lo que mas abajo tenia pancho. Pero que sabía Anastasia a sus 13 años solo sabia planchar, lavar y cocinar, su madre en el cielo,del padre,ni idea; sola quedo Anastasia al cuidado de los patrones.Que mas podía conocer una campesina que jamás había salido de la finca. Ahora iba a descubrir al final del sendero lo que Pancho guardaba para ella.

Pancho, un joven de 22 años, bastante experimentado en las artes amatorias, guapo, conocedor de sus dotes físicas, excelente jornalero, querido por los patrones y odiado por los jóvenes, jugador excelente de poker y apostador empedernido de peleas de gallos. En tres sitios se encontraba al chaval: la finca,la taberna de Hernando, y el burdel del pueblo.

Pancho llegó hace 3 años a la finca, nunca se supo de quien era pariente o que venía hacer al pueblo, él solo decía yo vine con el viento y partiré con el huracán. Nunca reparó en Anastasia hasta una semana atrás...cuando la vio arrodillada contra una piedra en el río, sus manos estrujaban la prenda como queriendo sacarle el jugo de la vida, la vio con su vestido blanco chispeado con florecillas rojas y amarillas el cual se ceñía a su preciosa cintura, su cabello largo jugueteaba con el agua y sus caderas se movían descaradas al son de sus brazos.

Pancho la deseo, arranco una flor cualquiera y se la obsequio, con la trillada frase una flor para otra flor....., pero para ella era la cosa más dulce que sus oídos hubieran escuchado. Anastasia se incorporo lentamente con el rostro siempre mirando el suelo, tomo la flor y sonrío, una sonrisa mitad inocencia mitad vergüenza. Pancho le tomo delicadamente el rostro y la obligo a mirarlo, desde ese instante Anastasia se perdió en la noche más oscura.

Pancho era un hombre inteligente, más que inteligente era sagaz, él sabía que Anastasia era virgen, por lo que planeo su estrategia, la siguiente semana la lleno de detalles, cada día a un precio diferente, el primero un pequeño beso donde solo se rozaban delicadamente los labios, el segundo día un pequeño lamido dentro de su boca, Anastasia retrocedió asustada, Pancho la retomo suavemente y metió su lengua mas profundamente, el tercer día Anastasia decidió acariciar con su lengua la de el y pancho le acaricio debajo de la falda, el cuarto día le desabrocho los botones de su vestidito rojo y le lamió sus nacientes pezones. Hoy era el quinto día, Pancho le coloco una cita al final del sendero, en el cobertizo donde los patrones guardaban la leña para el invierno.

Se coloco su mejor vestido, el del domingo, se recogió el cabello en una trenza y se lo adorno con un broche en forma de mariposa, por su parte, Pancho se puso lo que primero vio, Anastasia iba tarde, se demoró bastante tratando de acomodarse su broche e imaginado que le tendría hoy preparado, invento diálogos con el espejo y bailo un rato sola en su cuarto extendiendo los brazos como si alguien bailara con ella.

Pancho llego primero, fumó un cigarrillo, luego otro, se impacientaba, pensaba que no llegaría a la cita, y empezó a enojarse; sentía que había perdido una semana, se voltio para tomar su chaqueta, cuando divisó entre los arbustos algo que iluminaba por centésimas de segundo, era el broche de Anastasia que al dar la luz del sol en el resplandecía. Pancho se calmó inmediatamente.

En verdad era una criatura hermosa, frágil, vulnerable. Pancho le tomo la mano, la atrajo contra el y la beso, primero suave, luego apasionadamente, la reclinó en una cama improvisada y le beso el cuello, mientras sus ágiles manos desabrochaban uno a uno los botones, Anastasia sentía calor. Pancho le quito poco a poco el vestido, dejando al descubierto sus senos pequeños pero altaneros, le lamió el vientre y metió su boca entre las piernas de ella, Anastasia gimió involuntariamente, Pancho sonrió para si mismo, era fácil, pensó.

Le corrió suavemente la prenda interior y la lamió suavemente, Anastasia gimió otra vez con mas intensidad, Pancho introdujo delicadamente su dedo una y otra vez al tiempo que su lengua rozaba el clítoris, ella quiso tenerlo y se lo hizo saber ,no con palabras sino con los gestos que los hombres comprenden fácilmente, lo tomo del rostro y lo beso, Anastasia pensó por un momento que estaba obrando como una cualquiera, Pancho pensaba: le gusta…. y volvió a sonreír.

Cuando quiso parar ya era tarde, Pancho introdujo su miembro hinchado y Anastasia supo que amar duele. Así estuvieron hasta que Pancho derramo su clímax sobre ella,

Anastasia se puso su vestido de domingo, mientras Pancho fumaba un cigarrillo, le pasó su mano por la espalda recorriendo rápidamente la espina dorsal, ella sintió un escalofrió y las lagrimas rodaron por su rostro, supo que nada seria igual.

Pancho se incorporó y le preguntó si la había lastimado, ella negó con la cabeza, el la rodeo con sus torneados brazos, se sintió confortada, Pancho ya no sonrió para si mismo, se enamoró, pensó.

Un día el huracán llego y Anastasia lo supo, corrió desesperada tras Pancho que volaba con la brisa de verano, frenéticamente por tratar de alcanzarle tropezó y cayo de bruces en el pasto, donde hundió su preciosa inocencia robada en estiércol.

Y me dices que amar no sabe a mierda!!..